Camino a Guantánamo

Nueva entrada que se relaciona con el 11-S, esta vez un estreno del jueves pasado, Camino a Guantánamo (The road to Guantánamo, 2006), dirigida por Michael Winterbottom y Mat Whitecross.

Basada en una historia real, la de cuatro amigos ingleses de origen pakistaní que viajan en septiembre de 2001 a Pakistán, por el casamiento de uno de ellos. En plena efervescencia por los atentados en Estados Unidos, deciden ir a conocer Afganistán. Mala idea en un mal momento, tras una serie de dificultades, tres de ellos son apresados por la Alianza del Norte, enemiga del régimen, para luego ser entregados al ejercito norteamericano. De ahí a la base de Guantánamo, en Cuba, donde serán torturados y humillados, para recuperar su libertad recién en 2004.

Lo que hace interesante a Camino a Guantánamo, más allá de su tema que de por sí lo es, es el tratamiento que eligen los directores, con una combinación de documental y ficcionalización o reconstrucción de los hechos. Alternando los formatos, los tres protagonistas reales aparecen relatando a cámara lo sucedido, que se verá también en su reconstrucción de ficción, con una tercera vertiente que son imágenes de archivo que ponen en contexto la historia. Como ya había hecho en 24 Hour Party People, Winterbottom utiliza distintos elementos para ir construyendo sentido, entremezclando recursos de ficción y documental. Deslizándose por la frontera de los géneros, las imágenes a veces parecen ilustrar lo que cuentan los protagonistas, otras estos parecen comentar lo que se muestra, en una alternancia que contribuye a dar una impronta de veracidad a la narración. Otro acierto es el tono, que nunca cae en la exageración ni el morbo, estableciendo una distancia que se asimila con la de un observador. No deja de ser curioso, dentro de lo que es el cine y el imaginario que conforma, ver a los soldados y a los diferentes interrogadores estadounidenses que aparecen, ocupando los papeles que tantas veces adjudicaron groseramente a otras nacionalidades.