jueves, febrero 08, 2007

Apocalypto: una aventura entre los mayas




Mel Gibson vuelve al pasado, como ya lo hiciera con Corazón Valiente y La pasión de Cristo, vuelve al tono épico, a la reconstrucción realista, y la inclusión de elementos fantásticos en el relato. Apocalypto es una película de aventura, de acción, con un ritmo incesante, dentro de un marco que apunta al realismo, y un trasfondo que habla de la condición humana.

En Apocalypto el escenario es la selva donde se asientan tribus indígenas y una decadente cultura maya, la época el siglo XVI. Cómo ya lo hiciera con La Pasión... el director busca realismo haciendo que los actores hablen en el idioma que corresponde a los personajes, en este caso un dialecto maya. Hay una impresionante reconstrucción escenográfica de la ciudad imperial, vestuario, extras. Como lo hiciera con Jesús, aquí también las imágenes son de una enorme crudeza, cercana al gore, sin escamotear violencia y sangre, aunque a veces caiga en la exageración. A pesar del empeño puesto en la reconstrucción, hay que decir que no es el rigor histórico lo que se busca.


La anécdota es simple, una tribu vive tranquilamente en la selva, cazan y se divierten, hasta que son atacados ferozmente por un grupo de cazadores del imperio. Destruida la tribu, son llevados a la ciudad para ser vendidos o sacrificados. Esto es en la primera parte, en la segunda, Garra de Jaguar, el protagonista, consigue escapar y corre para salvar a su familia que quedo escondida, mientras es perseguido por la selva por un grupo de cazadores.


Decía que el acento está puesto en la aventura, más que en un estudio histórico o antropológico. Gibson se sirve de condimentos caros al género de aventuras, como el exotismo, los paisajes y lugares peligrosos, la travesía, los villanos malvados, un destino final ominoso. El viaje riesgoso, la entrada de los personajes a la ciudad maya, la cantidad de personajes que intervienen, el clima de extrañeza, pero sobre todo, la escena del sacrificio, remiten a uno de los clásicos del cine de acción y aventura de las últimas décadas: Indiana Jones; el corazón en la mano del chamán nos recuerda a El templo de la perdición. De la misma manera, toda la secuencia de la huida y persecución en la selva tiene ecos de películas como Rambo o alguna de Schwarzenegger. Ritmo trepidante, idas y vueltas, el ambiente como elemento participante de la acción, la astucia para salir adelante, acción pura. Como los habitantes de esta selva encuentran lo necesario para vivir en ella, Gibson encuentra ahí mismo, y en las páginas de un mínimo manual de historia, lo necesario para contar una aventura.


Hay un trasfondo, como decía, que está en las anteriores películas del director, y que podría explicar su afición por mostrar extrema violencia, crueldad y escenas sangrientas explícitas. Gibson parece pensar que el hombre es un ser violento, y sustenta esta idea en cualquier libro de historia, que chorrea sangre en cualquiera de sus páginas. Está en la historia, ¿corresponde no mostrarlo? Los mayas que cazan hombres, matan, y violan mujeres en Apocalypto, no son distintos de los ingleses que traicionan, abusan, matan, y quieren aplastar al pueblo escocés en Corazón Valiente, ni de los romanos que flagelan con fruición a Jesús. Se trata del avasallamiento del más fuerte al más débil, al que le queda la sumisión o la reacción. Siempre el mismo escenario, basta ver lo que pasa ahora en Irak.

Mientras veía la película pensaba en lo extraño que es ver una película protagonizada por indios exclusivamente. Hemos visto películas históricas hechas en distintos países, fabulosas y fastuosas recreaciones de época. ¿Quien cuenta la historia de los indígenas? ¿Quién da voz a los mayas, aztecas o incas? Eternos extras de la historia y de las películas, relegados al contraplano. Ciertamente no será Gibson quien lo haga, pero tiene la virtud de haber imaginado un relato en sus escenarios, de haber hecho posible la aventura tradicional entre su gente, de haberles dado, por un rato, el papel protagónico, la posibilidad de ser protagonistas de una historia.


2 comentarios:

El Frikis dijo...

Pues bien, ahora me tocó a mi mirar en tu blog Marcelo, y lo que dices de la pelicúla de Gibson está muy bien.
Acá en Mexico la película causó polémica entre los antropológos e indigenistas de siempre, que más allá de tener toda la razón en decir que la pelicula está plagada de imprecisiones y errores históricos en el retrato que hace de los mayas (porque este tocado no corresponde a este periodo, que así no ejecutaban sus sacrificios, que esa modalidad corresponde más bien a los aztecas, que si el maya que hablan no se entiende, etc) no les cabe en la cabeza que esta es simplemente una buena pelicula de aventuras que quiere recrear de un modo muy afortunado y original algo que no se había intentado con esa cantidad de recursos, al menos que yo recuerde: ambientar una pelicula en el méxico prehispánico.
Saludos.

Luis Felipe dijo...

Bueno, pues tu lo has dicho, los mayas no eran tan distintos a los antiguos pobladores europeos; ya que la violencia y la dominacion del hombre por el hombre ha sido y es todavia un hecho comprobado.
El ser humano es la aberracion de la creacion ya que pareciera ser que esta en su naturaleza el deseo vehemente por la destruccion, tanto de su projimo como del medio en el que vive y del que vive, es un depredador implacable; y de poco le sirve ser "racional" ya que esto le aventaja por encima de cualquier otro ser viviente, pero para mal.
El hombre fue y sera el mismo en culaquier estrato de la historia, la violencia, le precede.
Quisiera puntualizar ademas que, la pelicula del Sr. Gibson, no tenia como idea original venir a proponer una adaptacion historica de la civilizacion maya, y aun asi, los frescos de bonampak, revelan una vez mas la tendencia del hombre por la violencia sin importar la raza y la zona geografica en la que se encuentre.
Yo soy de yucatan y de los logros de la civilizacion que de la que de alguna manera soy parte, me enorgullecen, y son dignos de admiracion, pero es evidente que estas construcciones no fueron hechas por mero temor piadoso a las deidades mayas, sino por una completa dominacion de las clases sacerdotales y la aristocracia mayas imponiendo una forma de vida llena de misticismo y de dioses crueles y terrorificos.